Una tarde en la que
la Jose estaba en la universidad y yo para variar pasaba la caña en mi
habitación, cortinas abajo, sin bañarme y con dolor de cabeza, sonó el citófono
de mi departamento. Era la Dani. La Jose la había invitado a tomar unas
cervezas, me llamó varias veces para avisarme pero como tenía mi celular en
silencio jamás le contesté.
Corrí a lavarme los
dientes y peinarme un poco, mientras ella subía. Al principio fue la situación
más incómoda de la vida, después del hola, ¿cómo estás? Un silencio sepulcral, no
sabíamos que decirnos. Aunque ya nos habíamos topado varias veces jamás
hablamos, ella no me caía bien y claramente el sentimiento era mutuo. Lo peor fue
que la Jose se había quedado pegada preparando su tesis con los compañeros y se
iba a atrasar mucho más de lo que imaginamos. Me rogaba por mensajes que por
favor entretuviera a su amiga. La odie un poco harto y yo creo que la Dani
también. Pero había que entregarse a la situación.
Empecé preguntándole
un poco de ella ¿Quién era? ¿Qué hacía? Aunque sabía ambas respuestas, pero
nada mejor para romper el hielo que dejar a la otra persona hablar de ella
misma. Me contó que estaba pololeando hace años, desde el colegio. Que según la
Jose tenía que terminar y probar cosas nuevas y que lo estaba pensando. También
hablamos un poco de mí, le conté que no hablaba hacer casi dos años con mis
viejos y hermanos, que me depositaban plata mensual, que había dejado la
universidad por un tiempo, de todo un poco. Fue una de esas típicas
conversaciones que pasaban de la risa a ponerse serias, hablando estupideces y
cosas súper importantes. A pesar de que la primera media hora fue una tortura
terminamos pasándolo bien. Teníamos muchos más temas en común de lo que
imaginamos.
Cuando llegó la Jose
estaba feliz.
– ¡Por fin se están
llevando bien mis dos amores! Nos dijo, muerta de la risa.
Y se sentó en el
sillón al medio de ambas con la cabeza apoyada en mi pecho y las piernas sobre
las de ella.
- Que rico, regalonéenme
un rato, vengo agotada. Continuó.
Me paré a buscarle
una cerveza. Y la verdad, con un poco de lata de que haya llegado. Estaba entretenida
conversando con la Dani, me hubiera quedado toda la tarde a solas con ella.
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