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martes, 23 de febrero de 2016

Capítulo VIII

Una tarde en la que la Jose estaba en la universidad y yo para variar pasaba la caña en mi habitación, cortinas abajo, sin bañarme y con dolor de cabeza, sonó el citófono de mi departamento. Era la Dani. La Jose la había invitado a tomar unas cervezas, me llamó varias veces para avisarme pero como tenía mi celular en silencio jamás le contesté.

Corrí a lavarme los dientes y peinarme un poco, mientras ella subía. Al principio fue la situación más incómoda de la vida, después del hola,  ¿cómo estás? Un silencio sepulcral, no sabíamos que decirnos. Aunque ya nos habíamos topado varias veces jamás hablamos, ella no me caía bien y claramente el sentimiento era mutuo. Lo peor fue que la Jose se había quedado pegada preparando su tesis con los compañeros y se iba a atrasar mucho más de lo que imaginamos. Me rogaba por mensajes que por favor entretuviera a su amiga. La odie un poco harto y yo creo que la Dani también. Pero había que entregarse a la situación.

Empecé preguntándole un poco de ella ¿Quién era? ¿Qué hacía? Aunque sabía ambas respuestas, pero nada mejor para romper el hielo que dejar a la otra persona hablar de ella misma. Me contó que estaba pololeando hace años, desde el colegio. Que según la Jose tenía que terminar y probar cosas nuevas y que lo estaba pensando. También hablamos un poco de mí, le conté que no hablaba hacer casi dos años con mis viejos y hermanos, que me depositaban plata mensual, que había dejado la universidad por un tiempo, de todo un poco. Fue una de esas típicas conversaciones que pasaban de la risa a ponerse serias, hablando estupideces y cosas súper importantes. A pesar de que la primera media hora fue una tortura terminamos pasándolo bien. Teníamos muchos más temas en común de lo que imaginamos.

Cuando llegó la Jose estaba feliz.

– ¡Por fin se están llevando bien mis dos amores! Nos dijo, muerta de la risa.

Y se sentó en el sillón al medio de ambas con la cabeza apoyada en mi pecho y las piernas sobre las de ella.

- Que rico, regalonéenme un rato, vengo agotada. Continuó.

Me paré a buscarle una cerveza. Y la verdad, con un poco de lata de que haya llegado. Estaba entretenida conversando con la Dani, me hubiera quedado toda la tarde a solas con ella.


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