Hacer el amor con la
Jose se había vuelto mi obsesión, mi placer más culpable, quería tenerla cerca
cada minuto, nos tocábamos a escondidas en lugares públicos, íbamos al mall a
tomar helados y nos encerrábamos en un baño para besarnos, acariciarnos, sentir
esa adrenalina de estar haciendo lo incorrecto. Nos juntábamos en casa de
amigas y nos corríamos mano sin que nadie lo notara. Sentíamos una atracción
sexual que nos tenía día y noche
pesándonos, deseándonos. No sé si era amor, pero se parecía mucho por lo menos.
De a poco se fue
convirtiendo en la tercera compañera de departamento. Llevábamos un mes juntas
y se pasaba la mayor parte del tiempo conmigo. Aunque por momentos igual
necesitaba mi espacio. Aprovechaba las noches en las que se iba a su casa para
salir sola a tomarme algo. Ir al after, juntarme con mis amigos y quedar tiesa
de tanta cocaína. Me gustaba mi libertad, la oscuridad del lugar, las luces
azules que apenas iluminaban, la gente a mi alrededor haciendo correr pitos y líneas,
el copete, estar sola en compañía de en su mayoría desconocidos. Las mujeres
que me abordaban buscando sexo, a las que durante el tiempo que estuve con la
Jose siempre les dije que no. Sentía que ya no necesitaba esa adrenalina. Pero
sí, era rico sentir que me deseaban, jugar al coqueteo, a las miradas.
Una vez la Jose quiso
ir conmigo, pero preferí que no conociera esa parte de mi vida. Igual le costó
un poco entenderlo, pero después de una pequeña discusión en la que me sacó en
cara mis aventuras sexuales logró entender que no me interesaban otras mujeres,
simplemente quería guardar ese espacio para mí, no quería que conociera mi peor
cara. Aunque igual tarde o temprano terminaría viéndola.
Además me daba miedo
solo pensar en la idea de que se encontrara con la Andrea que aparecía de vez
en cuando en mi vida y ya hace más de un mes que no la veía. En cualquier
momento llegaba al bar o a mi departamento. Con Vicente lo teníamos súper
conversado y sabía que no podía dejarla entrar como lo hacía antes cada vez que
la mina me buscaba. El problema era que ella todavía no sabía que yo estaba con
la Josefina.
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