Durante varios años mi vida pasó sin que me diera cuenta, de
carrete en carrete, de after en after, obvio todos clandestinos, noches
eternas, que podían durar varios días, gente que iba y venía, amigos que no lo
eran, un mundo oscuro del que les voy a contar en esta novela, “Al otro lado de la línea” una historia de ficción con algunos hechos de la vida real. Voy a comenzar con
un día cualquiera, en un mes cualquiera, en un lugar cualquiera, poco a poco
les iré contando como llegué ahí y como salí. La historia entre medio es parte
de mi loca imaginación. Acá no está la abogada (historia real, mi historia de
amor contada en mi otro blog viajedeanto.blogspot.com) y bueno, sin más preámbulo
acá vamos:
Podría haber pasado varios días sin problema en el after, en
vez de comida eran copete y jales, música y baile, tirar con cualquier mina que
se me cruzara por el camino.
La oscuridad era tanta que los días fácilmente se
transformaban en noche, solo iluminaban el lugar un par de luces de neón que le
daban una tonalidad azul a las paredes, los pasillos, los copetes, la gente y
los jales.
En realidad ni siquiera sé bien cómo llegué ahí, estaba tan
borrada que no me acuerdo, tampoco se con quién. La tele se me había apagado
como a las 2 de la mañana. Era garzona en un bar, al que le vamos a decir el bar, ahí corría cocaína desde que
abríamos hasta el cierre, un copete tras otro mientras trabajaba, me dejaban
lista tipo 3 o 4 de la mañana para seguir carreteando. Por eso no me quedé
dormida esa noche, gracias a las 1500 rallas que me tiré (obvio no fueron 1500
no habría sobrevivido para contar esta historia, pero fueron muchas, más de las
que mi cuerpo podía soportar, de hecho estuve como un mes respirando por la
boca y abriéndome los hoyos de la nariz solo para que me entraran más jales).
Bueno, estaba en el after iluminada solo por esas benditas
luces de neón azul que me ayudaban un poco a reconocer mi entorno. Tele
apagada, no sé ni qué hice. Tengo algunos flashes entrando a una de las
habitaciones con una mina. La mina, - que no sé cómo se llama -, me hacía sexo
oral, creo que no me fui, estaba demasiado borracha y dura como para sentir
algo. Pero era entretenida la adrenalina de estar teniendo sexo con una desconocida
en un lugar público. Era algo que con el tiempo se fue volviendo una especie de
vicio, de obsesión. Tirar y salir como si nada hubiera pasado, si te he visto
no me acuerdo y de verdad después no me acordaba.
Ahí estaba, sintiéndome triunfante, toda una ganadora cuando
de repente escucho a un tipo diciendo que eran las 11 de la mañana. Quedé
helada. La adrenalina se transformó en angustia. Decidí irme a mi casa. Abrí las
puertas metálicas del lugar y la luz casi me deja ciega. Más angustia y la
maldita culpa. Me fui caminando desde el centro de Santiago; el lugar quedaba cerca
de la iglesia San Francisco en la Alameda, - hoy no sabría cómo llegar pero me
acuerdo de la Iglesia -, pensando y retándome, es martes, como tan pasada; mientras
intentaba hacer como que caminaba derechito.
Iba dura como palo, intentando mantener la compostura abriéndome
paso como podía para llegar a la puerta de
mi departamento que estaba justo al lado de un banco totalmente repleto.
Un poco empujando a la gente mientras intentaba no llamar mucho la atención logré
llegar hasta la reja. Claro que hacer encajar la llave en la cerradura de
entrada fue otra odisea. No había conserje, nadie me podía salvar la vida y
ayudarme a entrar, a subir las escaleras hasta mi departamento.
Mientras caminaba sentía que todo me daba vueltas, pero lo
logré, llegué a la puerta. Me sentía toda una ganadora. Ahora la segunda prueba
de fuego. Lograr nuevamente que una llave que parecía ínfima entrara para abrir
la puerta. Uno, dos, tres, cuatro intentos hasta que por fin lo logré.
Di un paso certero hacia el living, por lo menos eso juraba
yo, ahora imaginándome años después debe haber sido todo un zigzagueante espectáculo.
En fin, avancé como pude hacia mi pieza, mientras iba en el camino sacándome algo
de ropa, zapatos, creo que los pantalones y una chaqueta, ¿para qué más? si podía dormir con
polera y calzones. Mañana será otro día. Mejor intentar dormir antes de que el recuerdo de Mili me
quite las pocas posibilidades de descansar que me van quedando después de más
de 15 horas de cocaína y alcohol. Claro que no iba a ser tan fácil. Alguien me
esperaba en la cama. No se cómo entró, Vicente la debe haber dejado, pero al
sentir el roce de sus manos tibias sobre mi cuerpo supe que la noche aún no
había terminado.
Me gusta el cambio, quiero seguir leyendo pero creo que deberías haber subido dos entradas de una para enganchar al público... Espero esta vez sigas escribiendo.
ResponderEliminarSaludos.
Carla.
Muchas gracias! Subí tres en la primera semana!
Eliminaresta bueno,seguiré leyendo,el lugar cerca de la iglesia de San Francisco me parece conocido.
ResponderEliminarJajaja era un "antro de la perdición" gracias por leerme!!!
EliminarSi quiero leer, el resto. Bien hecho n.n
ResponderEliminarGracias por los comentarios y por leerme!!!
EliminarEsa época rara en que pasan cosas raras y que contamos como historias ciertas sin saber si fue así o es la construcción de lo que nos contaron los testigos menos borrados...
ResponderEliminarTiempos borrados historias construidas con relatos propios y ajenos...
Eliminar¡Hola cielo!
ResponderEliminarLa verdad no luce mal la historia, tal vez podrías jugar un poco con la tipografía es arriesgado pero muy efectivo.
Vas por buen camino.
Besos.
Qué tipo de tipografía usarías?
EliminarMe has enganchado con la historia, lo has descrito con mucho detalle, a ver cómo sigue ^^
ResponderEliminarEs bastante realista.
Bss.
Muchas gracias!!! Espero me sigas leyendo! Un abrazo!
EliminarCaptaste toda mi atención ya quiero saber que sigue me gusto mucho, bello post, besitos ❤️
ResponderEliminarHola hay varios capítulos arriba. Este es solo el primero pero puedes ir avanzando.
EliminarEstaré atenta a como sigue,que ya estoy intrigada
ResponderEliminarHola hay varios capítulos arriba. Este es solo el primero pero puedes ir avanzando.
EliminarWow, este capítulo me dejó enganchada, y se ve muy realista la historia!
ResponderEliminarEsperaré el próximo capítulo.
Un saludo~
Hola hay varios capítulos arriba. Este es solo el primero pero puedes ir avanzando.
EliminarQue terrible emborracharse tanto que no sepas lo que haces ni donde ni con quien... ¿cómo segurá? Besos!!!
ResponderEliminarSi! Es terrible y más común de lo que uno desea ver.
EliminarMe da un miedo terrible acabar perdiendo el control de esa manera y que termines tan borracha que ni sepas donde estas y como has llegado hasta allí.
ResponderEliminarBesos,
Lo viví y es una experiencia terrible... Nada grata... Me quedo con el auto control.
EliminarHola! La historia parece intrigante, y un poco atrevida así que bien hecho, y éxitos seguiré atenta al siguiente capitulo, saludos y no dejes de escribir todo aquello que en tu mente suceda y sin duda el la historia sera un éxito.
ResponderEliminarMuy buena historia, de esas que enganchan como las que me gustan a mi!
ResponderEliminarHola. ¿Si fue Vicente quien dejó entrar a la otra persona? Quisiera saber ya qué fue lo siguiente qué sucedió. Saludos.
ResponderEliminarLa novela tiene varios capítulos arriba... Debes continuar leyendo... Revisa el blog!
EliminarSaludos!
Ufff yo que no bebo y que necesito tener el control de mucho en mi vida, no podría perderle de esta manera.
ResponderEliminarA ver como sigue.
Esta historia podría ser fácilmente la de muchas chicas que conocí en mi juventud cuando yo misma acababa de juerga hasta que los pájaros estaban cansados de cantar.. que tiempos aquellos aunque no los cambio por nada! Muaks
ResponderEliminarEs una historia basada en mi propia experiencia aunque los personajes no son de la vida real... Tiempos buenos, entretenidos pero a la vez oscuros.
EliminarUn abrazo!