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miércoles, 31 de agosto de 2016

Capitulo XIV (final de la segunda temporada)

A la mañana siguiente continuábamos en silencio, no sabíamos que decir, estábamos recién analizando y suponiendo historias venideras acerca de una posible relación entre Andrea y Josefina. Daniela rompió el hielo.

-          Bueno, quizás así Josefina se olvida de sus ganas de destruirte la vida…

Yo sólo la miré mientras me levantaba al baño. No tenía ganas de hablar, igual me dolía pensar en que mi mejor amiga se haya acostado con mi ex, no sé, quizás era solo ego, pero hay códigos que supuestamente no se deben romper.

Vicente que no alcanzó a llegar al baño antes que yo decidió entrar a mi pieza, aún quedaba un punto que aclarar con Daniela, un tema que no lo dejaba tranquilo, se sentó sobre la cama, le dio un beso en la mejilla y comenzó a hablar.

-          Dani, te quería hacer una pregunta, es que hace un tiempo, cuando recién se supo lo tuyo con la Agus te escuché hablando por teléfono, ibas saliendo del edificio y dijiste “ya está hecho, veamos si engancha” ¿A quién fue eso y por qué? Te pregunto porque de verdad no quiero ver sufrir a mi amiga otra vez. Sé que no es ninguna santa pero no quiero volver a verla mal.

Daniela lo quedó mirando en silencio unos segundos.

-          Estaba hablando con Josefina y me refería a Agustina… Vicho queríamos vengarnos de ella por lo que creíamos nos hizo. Pero, eso ya pasó, la Agus ya sabe. No tengo nada que esconder.

Cuando salí del baño estaban sentados conversando, sentí paz y felicidad al ver a mis dos personas favoritas juntas, esa era la vida que quería tener, el mundo que hace tanto tiempo soñaba. Me abalancé sobre la cama al medio de los dos. Pensar que hace menos de un año con Daniela nos hablábamos con  miradas, nos besábamos a escondidas y nos expresábamos como por telepatía y ahora la tenía ahí recostada a mi lado, amándome como desde el día uno yo la amé a ella. Sentía el corazón repleto de felicidad y emoción. Esa mujer de mirada profunda y rasgos estremecedores se había adueñado de mi alma y estaba totalmente segura de que no había vuelta atrás.

Mis pensamientos divagaban en ese amor que conmovía cada centímetro de mi piel cuando sonó el teléfono de Daniela, era Josefina.

-          Contéstale, le dije.

Daniela miraba dudosa la pantalla de su celular hasta que se decidió a contestar.

-          Hola Dani, soy la Jose. Necesito hablar contigo. Juntémonos por favor, le dijo.

Le hice un gesto con la cabeza para que aceptara la invitación de Josefina. Quedaron de reunirse esa misma tarde a las ocho en un restaurante cercano a mi departamento.

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Esa misma mañana en el departamento de Josefina

 Llamó a Daniela encerrada en el baño, no quería que Andrea que aún dormía desnuda sobre su cama la escuchara. Estaba incómoda y confundida. Quería despertarla y pedirle que se fuera. Se quedó sentada un rato sobre la tasa del WC pensando en alguna manera de echarla diplomáticamente.

Al salir Andrea que estaba comenzando a despertar la tomó del brazo y la arrastró hacia ella.

-          Se logró el objetivo, le dijo risueña. Eres bien buena para la cama. De lo que se perdió Agustina, no entiendo cómo te cambió por la otra pava. Aunque dicen que esas son las peores, santas de día y unas putas de noche.

-          Cállate Andrea. le respondió Josefina cortante. No hables tonteras, ese tema no está resuelto todavía.

-          Ok, ok perdón, suelo decir lo que pienso sin filtro.

-          Andrea, en cualquier momento llegan mis papás de la playa. Vas a tener que irte. ¿Pero nos vemos otro día? Dijo Josefina intentando no sonar tan desagradable.

-          Su touch and go de vez en cuando no es malo. Para la otra nos vamos a mi departamento eso sí. Respondió Andrea mientras comenzaba a recolectar su ropa que estaba regada por toda la habitación.

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De regreso a mi departamento

Almorzamos Vicente, Daniela y yo, el tema de conversación giró en torno al nuevo romance entre Josefina y Andrea, ya las veíamos pololeando casi casándose, nos tomamos dos botellas de vino entre los tres -, en realidad entre vicho y yo, porque Dani se tomó con suerte dos copas -, tenía que juntarse con la Jose y no quería emborracharse, estaba algo nerviosa.

Salió del departamento a las 7 de la tarde con 45 minutos. Me dio un suave beso en los labios, me pidió que le deseara suerte y se fue.

Al llegar al restaurante Josefina ya estaba esperándola un tanto nerviosa de pie a la entrada del lugar. Se saludaron un poco cortantes y entraron. Daniela pidió una copa de vino y Josefina un pisco sour.

-          Te he extrañado Dani. Comenzó.

-          Yo también amiga, perdóname por todo, pero no podía seguir negando mis sentimientos. De verdad estoy súper enamorada de Agustina. Le dijo Daniela mientras acariciaba con los dedos la copa. 

-          Si sé. Lo tengo claro y no te llamé para recriminarte nada, entendí que no tengo mucho que hacer. Y también descubrí otra cosa Daniela. Dijo Josefina haciendo una pausa.

Daniela la observaba fijo, esperando que continuara con la conversación.

-          No sé cómo decirte esto Dani. Es que  ni siquiera estoy segura de lo que me está pasando. Pero creo que mi rabia no era por Agustina, creo que era por ti.

Daniela no entendía nada y tenía miedo del rumbo que estaba llevando la conversación. Permanecía en silencio.

-          Parece que estoy enamorada de ti. Que siempre has sido tú. Disparó Josefina como sacándose una daga del pecho. Te quiero tanto que me aterra perderte, siento que no puedo vivir sin ti.


Un largo silencio inundó la mesa y todo el lugar. Se tomaron de las manos, no había mucho que decir. Simplemente se quedaron ahí quietas, confundidas y asustadas. 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Capítulo XIII (Segunda Temporada)

Eran cerca de las doce de la noche de un sábado, Daniela me pidió que no fuera al bar a trabajar, que nos quedáramos regaloneando, viendo películas y comiendo algo rico. La verdad para mí era ideal porque así no tenía que mentirle diciéndole al día siguiente que me había resfriado mientras trabajaba, por la congestión nasal que cada día era peor cuando consumía cocaína.

Estábamos recostadas sobre la cama cuando me llama Vicente desde el bar.

-          Adivina quien se apareció por acá, me dijo sin saludar.

Alejé disimuladamente el teléfono de Daniela.

-          ¿Qué pasó? Vicho. Le dije.

-          Acaba de llegar Josefina, justo hoy el día que tenías que trabajar. Que coincidencia más grande. Dijo irónico.

-          Dile que la reina de hielo no fue a trabajar hoy, que se quedó regaloneando en camita con la polola. Le respondí.

Daniela me quedó mirando con cara de “no seas mala”.

-          Sácale información Vicho, hazte el amigo. Le dije.

Nunca supe a qué fue esa noche Josefina al bar, pero lo que ocurrió después me dejó paralizada. Simplemente no lo podía creer. No sólo yo, Vicente que vio todo desde el palco que le ofrecía la barra quedó perplejo e incrédulo…

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Ahí estaba Josefina, sentada sola en un extremo de la barra, mirando a su alrededor como buscando algo; - seguramente a mí o a Daniela -, tomaba pequeños sorbos de un vodka que le sirvió Vicente, más que un hola, ¿cómo estás? No cruzaron palabra. Josefina tenía cara de pocos amigos, de no querer relacionarse con la gente, de simplemente estar ahí, como una especie de materia inerte que se movía solo para trasladar el vaso hacia su boca.

De repente y con la personalidad que la caracteriza se le acercó Andrea que como siempre comenzaba y muchas veces terminaba sus noches entre tequila y jales con Félix.

-          Si buscas a Agustina te aviso al tiro que no vino, le dijo Andrea con tono un tanto irónico.

Josefina la miró molesta.

-          No mates al mensajero, continuó Andrea. Te aviso no más para que no pierdas el tiempo.

-          ¿Y quién te dijo a ti que ando buscando a esa mina? Le respondió con rabia Josefina frente a todos los que observaban la situación intentando no demostrar demasiado interés.

-          Nadie. Pero me imagino. Más pegada que tú no hay dos. Continuó Andrea.

-          Bueno, te equivocas, Agustina ya fue, no me interesa… Ando buscando algo más entretenido. Continuó Josefina un tanto coqueta.

-          ¿Y en qué topamos? Más entretenida que yo no vas a encontrar… Además todo queda en familia… Agus – Andrea… Josefina – Agus… Daniela – Agus… Josefina – Dani… dejó el nombre a la mitad y continuó hablando.

-          ¿Supongo que no te la comiste? A tu amiga, o ex amiga, que se yo.

A Josefina le cambió el semblante, se puso más seria, un poco triste, tomó un  largo trago de vodka y comenzó a hablar.

-          Dejemos de lado el factor común y pasémoslo bien…. Dijo, frente a Vicente que observaba la escena incrédulo.

-          Ok… Me parece bien, respondió Andrea.

Comenzaron a conversar en un  tono más bajo, imposible de entender para los curiosos, al terminar sus tragos entraron al baño, luego desaparecieron del bar abrazadas y entre risas, mientras Félix y Vicente miraban la escena sin poder creer lo que veían sus ojos.

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Vicente llegó cerca de las cinco de la mañana, nos despertó agitado para contarnos la escena de la que fue testigo… Estaba completamente shockeado. “Ni yo soy tan descarado” repetía una y otra vez… “Ni la Agus en sus peores momentos, es que de verdad estoy impactado” decía.

-          A mí, conociendo a Andrea, no me impresiona, le dije. (Aunque por dentro no lo podía creer)

-          A mí sí… Dijo Daniela… Yo conozco a la Jose y no es así, es mucho más selectiva.

-          Yaaaa? La interrumpí. ¿Y Andrea está mala? Continué. ¿Qué más selectividad pretendes?

-          Ah ya! Me respondió Daniela… Pucha que te gusta la mina… ¿Te pusiste celosa acaso?

-          Yaaaa! No las desperté para generar conflicto… Saltó Vicente.

-          Igual fuerte, continué intentando cambiar el foco de la conversación… Josefina y Andrea… ¿Raro cierto?

-          Para mí fue sólo sexo, afirmó Vicente. Pero igual hay que reconocer que es raro… O sea, tu mejor amiga con tu ex que además te odia… No se… En fin, me voy a acostar, yo venía a eso no más…. Buenas noches chiquillas.


Nos quedamos recostadas sobre la cama, con la pieza a oscuras, tomadas de la mano y en silencio. Me sentía incómoda, no puedo explicar lo que me pasó, era extraño y desconocido. Solo se me ocurrió abrazar a Daniela que apoyó su cabeza en mi pecho, ninguna de las dos podía conciliar el sueño. La besé en la frente y le dije que tratáramos de dormir. Al día siguiente con la cabeza más fría iba a ser más fácil analizar la situación que en realidad tampoco entendía muy bien por qué me estaba molestando. 


miércoles, 17 de agosto de 2016

Capítulo XII (Segunda Temporada)

A la mañana siguiente Daniela se levantó en silencio, fue como si toda la ira guardada de la noche anterior, o más bien de los meses de conflicto se hubiera desatado tras las horas de sueño. Nunca antes la vi así, ni en nuestros peores momentos. No era capaz de mirarme, me acercaba y me hacía el quite.

Le preguntaba ¿qué te pasa? Y me decía nada una y otra vez. Hasta que la tomé del brazo mientras iba camino a la cocina a prepararse un café. Quedamos de pie al medio del  pasillo. La abracé con fuerza.

-          Déjame ir a la cocina, me muero por un café. ¿Te hago uno? Me dijo.

-          Amor, ya po. Dime que te pasa. ¿Estas enojada por la Andrea? ¿Quieres que deje de juntarme con ella? Le dije.

-          No Agus, pero entiende que me cuesta relacionarme con la mina con que te acostaste días antes de estar conmigo. Es difícil. Además tuve pesadillas toda la noche, no me puedo sacar de la cabeza esa imagen de ella acostada a tu lado mirándome con cara de triunfo.

-          ¿Te digo la verdad? Yo en tu lugar me muero. Le dije. no sería capaz de soportar imaginarte con otra o con otro. Y por eso te entiendo, pero te juro Dani, que la Andrea es mi amiga. Nada más. Nunca en la vida sentí algo por ella más que cariño. Tú eres la única mujer de la que me he enamorado. De verdad muero de amor por ti. No agrandes lo que pasó anoche. No dejemos que nada empañe lo lindo que estamos viviendo. ¿Por qué mejor nos ponemos a planear nuestro matrimonio?

Daniela me miró divertida recordándome el trato de no apurar las cosas, medio en broma y medio en serio. Luego me dijo que me quedara acostada.

-          Siempre que carreteas amor amaneces como congestionada, como que te resfrías, me estaba diciendo justo cuando sonaba su teléfono.

Las últimas palabras se alcanzaron a escuchar al otro lado de la línea, las decía mientras contestaba su celular. Era Josefina, quien no tardó en hablar.

-          Será por la cantidad de jales que se mete por noche. Le dijo a Daniela. Porque si estás hablando con alguien de nariz tapada obvio que es con la Agustina.

-          ¿De qué estás hablando Josefina? respondió molesta Daniela. Para que tú sepas la Agus ya no consume drogas. Continuó.

Me sentí tan culpable, intenté disimular la cara mientras una especie de pánico se apoderaba de mí. Daniela tomó mi mano para acariciarla al tiempo que me hacía un gesto con la cara como diciendo: “que cizañera que es la Josefina”.

-          Ya Daniela, en fin, me da lo mismo, sólo te llamaba para confirmar mis sospechas, volviste a caer en las redes de la princesa de hielo. Ojalá no te haga sufrir mucho, pero lo dudo. Hasta luego, cosa tuya. Y cortó.

Daniela quedó triste, no era fácil para ella dejarlo todo por mí, perder a su mejor amiga, a todas sus amigas que estaba segura apoyarían a Josefina. Ni siquiera se atrevía a llamarlas.
-          Me dijo que eras la princesa de hielo y que esperaba no me hicieras sufrir. ¿No lo vas a hacer cierto? ¿No me vas a mentir ni a ser infiel Agustina?

-          Nunca amor, jamás, te prometo que voy a dedicar todos los días de mi vida, para siempre a hacerte feliz. Le respondí.

-          ¿En serio? Me dijo.

-          Dani. Desde la primera vez que te vi entrando con Josefina al bar supe que eras tú. Que tú eras el amor de mi vida. Que no había vuelta atrás, nos encontramos y nada ni nadie podía evitar que te convirtieras en lo más importante de mi vida. Ni siquiera nosotras mismas.

-          ¿Ni la droga Agus? La Jose me dijo que amaneces congestionada porque jalas.

-          Si la escuché. Ni la droga Dani. Te prometo que no voy a volver a consumir. Le dije.

-          ¿Anoche jalaste? Me respondió frunciendo el ceño.

Preferí mentirle. Le dije que no. Me sentí culpable pero no quería que nada empañara los días que estábamos viviendo. La tomé entre mis brazos abalanzándola de espalda sobre la cama y comencé a besarla en los labios, la frente, las mejillas, uno tras otro mientras ella reía y me acariciaba la espalda. Luego se levantó y fue por las tazas de café que hace rato había dicho que haría.

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Por mientras en el departamento de Josefina

Eran recién las 11 de la mañana, Josefina le acababa de cortar el teléfono a Daniela. Se levantó hacia el refrigerador, abrió una lata de cerveza, tomó el cenicero y una cajetilla de cigarros a la mitad que estaba sobre la mesa del comedor. Aún quedaban vasos sucios y algunos platos de la noche anterior. Miró el desastre a su alrededor con desinterés y volvió a meterse en la cama. Tomaba sorbos de cerveza mientras repasaba la conversación con Daniela y la imaginaba junto a Agustina.


Intentaba dormir a ratos pero no podía sacarse de la cabeza la imagen de ellas dos juntas, de esa noche en la que descubrió la traición. De los días que se venían. De ese momento en que estaban juntas pasando por encima de sus sentimientos, de lo que a ella le importaba. No podía sacarse de la cabeza la expresión de placer de Daniela. Una expresión que jamás tendría con ella. Esa idea que cruzó fugas por su mente la inquietó ¿qué le dolía más: haber perdido a Agustina o no haber sido ella quien enamoró a Daniela? 


miércoles, 10 de agosto de 2016

Capítulo XI (Segunda Temporada)

Quería ser cien por ciento sincera con Daniela, sólo había un tema por ocultar: mi amor desenfrenado por las drogas. De eso, mejor ni hablar, la opinión de la dani respecto al tema era clara así que decidí guardar ese secreto el mayor tiempo posible.

Estaba claro que dos cosas jamás aceptaría: una infidelidad y las drogas. Con respecto a la primera ningún problema, no necesitaba a otras mujeres, ella me hacía feliz. Pero dejar las drogas, no lo veía posible, quizás sí disminuir el consumo, no todos los días, solo los sábados en el bar y cuando no estuviéramos juntas. Me llenaba de escusas intentando justificarme.

Ah, bueno, se me olvida otro gran tema, que tiene que ver un poco con la infidelidad, pero esta vez tenía un solo nombre: Andrea.

Una tarde fui a buscar a la Dani a su departamento, salimos a tomar helados a providencia, se nos pasó la hora conversando, nos dieron  como las diez de la noche así que se quedó conmigo, la idea era seguir con unas cervezas que pasamos a comprar y ver “Orange Is The New Black” que nos tenía obsesionadas. Nos fuimos caminando y conversando de la vida. Cuando llegamos comenzaron los problemas, estaban Vicente y Andrea en el living, una botella de vino sobre la mesa y música de fondo, estaban instalados en el departamento y claramente no tenían intención de moverse de ahí. Traté de ocultar mi cara de impacto al verla. Como la Dani iba atrás mío Andrea no la vio por lo que se paró y corrió a abrazarme.

-          ¿Cómo ha estado mi campeona?  ¿Supe que la hiciste, hasta que lograste dar vuelta a la hetero? Me dijo riendo sin notar aun la presencia de Daniela continuó hablando ¿y ahora nunca más una cachita?

Al escuchar esa última frase Daniela se paró a mi lado, me tomó del hombro y le dijo:

-          Espero que no. Como que ya fuiste. Nada que hacer linda, ahora la Agus tiene polola.

Andrea hizo un gesto divertido con la cara.

-          Ya. Pásate un rollo, si estoy bromeando, esta mina es mi mejor amiga, como mi hermana chica. Aunque a veces jugábamos un rato. Pero no te preocupes que no me meto en medio de las relaciones de pareja, no es mi estilo. Continuó irónica.

La cara de rabia de Daniela era de otro planeta.

-          Ya córtala Andrea. Le dije. Basta con los palos y la mala onda. ¿Por qué no nos tomamos una cerveza los cuatro, nos relajamos y ustedes dos se conocen? Dije mirando a Daniela.

-          Vamos a tu pieza. Me contestó seria.

Partí tras ella. Al cerrar la puerta comenzó a hablar.

-          ¿Me estas hueviando? ¿Pretendes que sea amiga de tu ex?

-          Dani, no es mi ex. De verdad jamás he sentido nada por ella.

-          Yo las vi de lo más pareja. Que quieres que te diga. La mina empelota en tu cama ¿te acuerdas?  No me mientas por favor. Me repitió varias veces.

-          Daniela por favor escúchame. (Tome su cara entre mis manos para que me mirara fijo). Con Andrea no me pasa nada, es mi mejor amiga, estuvo conmigo cuando peor lo estaba pasando después de que la Jose nos pilló y cuando tú me odiabas. Dale ese mérito. Me acompañó, es mi familia.

-          Me estas pidiendo demasiado Agustina. Ok. Pero a la primera me paro y me voy.

Salimos hacia el living, con Daniela atrás mío aun con cara de poco amigos. Le hice un gesto a Andrea para que me ayudara a relajar el momento y no siguiera con las indirectas e ironías. Vicente comenzó a  preguntarnos qué habíamos hecho en el día para romper el hielo y alivianar el ambiente. Yo fui a buscar un par de cervezas al refrigerador. Sabía que la presencia de Andrea en mi casa tarde o temprano me traería consecuencias negativas y durante toda la noche no pude sacarme esa sensación a pesar de que el ambiente se fue distendiendo poco a poco y terminamos todos muertos de la risa.

En un momento Daniela se paró al baño.

-          Dame una punta, le dije a Andrea.

-          No… Me contesto burlesca… Olvídalo, ahora eres una mujer de familia…

-          Ya po, no te hagas de rogar.

Sacó entre risas un paquete junto con una tarjeta, me dio dos puntas. Me limpié bien, les mostré a ver si tenía algo y seguí como si nada. Daniela no se dio cuenta de mi cambio.


Cuando nos fuimos a acostar lo menos que quería era dormir. Estaba caliente. Pero Daniela, tal como lo imaginé no tenía ganas de hacer nada. Me dio un beso en la mejilla se dio media vuelta y se durmió. Ahí quedé, mirando al techo, con el corazón acelerado y sin lograr conciliar el sueño.




miércoles, 3 de agosto de 2016

Capítulo X (Segunda Temporada)

No podía recordar la última vez en que me sentí plena, tranquila y totalmente feliz, la Dani era mi complemento perfecto, mi otra mitad. Aunque suene difícil de creer estuvimos cerca de una semana sin siquiera darnos un beso, nos tomábamos de la mano, nos hacíamos cariño en la cabeza mientras veíamos películas. Cocinábamos juntas, conversábamos y reíamos pero en las noches cada una para su casa. Era la petición de Daniela y yo quería respetarla.

Claro, igual debo reconocer que me moría de ganas de darle besos, de tocarla, así que me puse manos a la obra.

Un viernes en la tarde le pedí a Vicente que me ayudara a prepararle algo rico para comer, era bien bueno para la cocina, mucho mejor que yo. Fuimos al supermercado y pasamos la tarde preparando un ceviche de entrada y un chupe de mariscos de fondo mientras nos tomábamos una botella de vino blanco.

Cuando llegó Daniela ya estaba todo listo, Vicente la saludó y se despidió para dejarnos solas, además tenía que ir a trabajar.

Un ramo de rosas sobre la mesa que además estaba adornada con velas y un mantel blanco que me prestó Andrea. La Dani estaba sorprendida por la producción. Además le tenía otra sorpresa. Me paré frente a ella, le di un suave beso en la mejilla y saqué del bolsillo de mi chaqueta una pequeña cajilla. La abrí y le mostré un anillo de plata.

-          Dani. Sé que me pediste que nos fuéramos con calma y no te quiero apurar. Este anillo es igual a uno que compré para mí. simboliza nuestro amor. Todo lo que nos  ha costado estar juntas. Y quería preguntarte ¿si quieres ser mi polola?
Se quedó un rato callada, con una sonrisa un tanto misteriosa que me costó descifrar, ya comenzaba a ponerme nerviosa. No sabía si hablar, repetirle la pregunta o esperar en silencio su respuesta. Suspiré profundo para darle los últimos segundos antes de comenzar a emitir alguna palabra, justo ahí tomó la caja.

-          Si quiero, con toda mi alma. Respondió.

Tomé el anillo y lo puse en su dedo anular. Luego le di un beso suave en los labios, estaba nerviosa como si fuera la primera vez que la besaba. Fui a buscar mi anillo, lo había dejado sobre mi velador por si me decía que no. Daniela lo tomó, yo te lo pongo, me dijo.

-          Agustina, mi niña, mi compañera, mi amor ¿quieres ser mi polola?

-          Me sentiría honrada le dije sonriendo.

Serví el ceviche junto con el vino blanco. Hicimos un brindis en nuestro honor. Nos acabamos la botella conversando. Yo estaba un poco mareada entre la emoción y lo que había tomado antes de que llegara, así que comencé a tomar agua. No quería nublar ese momento. Me sentía tan bien, tan feliz y a la vez ansiosa. No me atrevía a dar el siguiente paso a tomarla entre mis brazos y hacerle el amor. En un momento Daniela, - que tenía la copa en la mano -, la dejó sobre la mesa de centro. Se acercó y me dio un beso de esos que cuesta olvidar.

-          Estoy lista, me dijo. Quiero que avancemos. Te deseo tanto.

Ahí sobre el sillón hicimos el amor. Fui poco a poco recorriendo su cuerpo. Ella se dejaba llevar. Estábamos tan hechas la una para la otra que no cabían dudas ni temores. Me gustaba pasar los dedos por su espalda, su torso desnudo, era tan suave y delicada, comenzaba en su frente iba bajando por su cuello, pecho, vientre, piernas hasta sus pies, luego hacía el recorrido de vuelta con los labios y la lengua mientras introducía los dedos en su interior, la observaba gemir, contraer sus músculos mientras abría levemente la boca para luego morder suave su labio inferior hasta llegar al orgasmo. Cuando regresé a besarla se puso sobre mí. Bajo suave, mientras me hacía sexo oral emitía pequeños sonidos tipo gemidos que me excitaban cada vez más. No sé cuántas veces acabamos esa noche.


Comimos algo y nos trasladamos a mi pieza, para continuar uniendo nuestros cuerpos, una y otra vez como si esa noche fuera la última, como si esa noche fuera nuestra primera vez. Estábamos sellando un amor que por momentos casi me mata. Dormimos abrazadas, dormí mejor que nunca. 


miércoles, 27 de julio de 2016

Capítulo IX (Segunda Temporada)

Al día siguiente Vicente iba saliendo apurado del departamento, tenía cita para almorzar con una de sus amigas con ventaja. Como la noche anterior dormimos poco estaba súper atrasado, la chica ya lo esperaba en el restaurante, suerte para él era a dos cuadras de nuestro departamento. Bueno, en el apuro dejó entrar a Daniela sin percatarse de que en mi cama, desnuda, cubierta sólo por la sábana estaba Andrea.

-          Necesito conversar contigo, dijo Daniela sin mirar la escena que tenía al frente.

-          Dani ¿qué haces acá? Le dije nerviosa. Ya no tenía los efectos de la cocaína que me envalentonaron la noche anterior.

Cuando vio a Andrea que no pudo evitar ponerse en la posición más sexy que encontró de lado con la cabeza apoyada sobre una de sus manos y el pelo largo rozando uno de sus hombros se puso pálida.

-          Eres una maraca. No lo puedo creer. Me dijo mientras se daba la vuelta para salir del departamento.

Mi primer impulso fue ir tras ella pero Andrea me tomó del brazo.

-          Déjala. Me dijo.  A ver si se da cuenta de lo que se está perdiendo. Continuó.

Me costó pero le hice caso.

Ese día fue un mensaje de Daniela tras otro, insulto tras insulto. Pero no le respondí hasta la noche. “No sé qué esperabas” le escribí. “Que Josefina no tuviera razón. Que no fueras una puta caliente, sin corazón e incapaz de enamorarse de verdad. Qué te la jugaras por mí. Tantas cosas que ya dan lo mismo” me respondió. “Nada que decir. Eres bien patuda. No comes ni dejas comer. Regio. Quedemos hasta acá mejor”. Le escribí de vuelta. Ella continuó enviándome mensajes que no le respondí.

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Departamento de Daniela. Jueves. 11 de la noche.

Josefina quería venganza. No le importaba como ni cuando, pero cada día su odio crecía un poco más, sobre todo después de la noche de la fiesta, del vodka como ofrenda de paz, del beso a Daniela y de Andrea. Y ahí estaba en el departamento de su amiga pensando como continuar con su idea.

-          Te juro que sabía que la mina era maraca pero de verdad pensé que estaba enamorada de ti Dani. Le dijo josefina mientras abría una botella de vino.

-          Pero parece que no po Jose. Porque he hecho todos los intentos del mundo y la mina no quiere nada más conmigo. Yo creo que tu plan se fue a la mierda.

-          Nuestro plan Dani.

-          Bueno. Nuestro plan, pero igual se fue a la mierda.

-          Yo me las voy a arreglar para destruirle la vida a esa mina. Aunque sea lo último que haga.

-          Jose, ¿por qué no paramos con el tema? A mí me está haciendo mal también. Al final la única perjudicada voy a ser yo.

-          ¿Por qué? ¿ahora me vas a decir que estás enamorada de la maraca esa? Replicó enojada Josefina.

-          ¿Sabes qué? Sí. Estoy enamorada de Agustina. Hasta la patas. No puedo dejar de pensar en ella. Quiero estar con ella y no lo he hecho por ti. Porque no te quiero hacer sufrir más pero te juro que no voy a seguir ayudándote a hacerla sufrir. Se acabó Josefina.

-          ¿Ya? ¿Y qué pretendes, ponerte a pololear con ella? Dale genial, para que te sea infiel igual que a mí. Es cosa tuya Daniela. Haz lo que quieras.

Josefina dejó la botella abierta sobre la mesa de centro con una copa a medio servir, tomó sus cosas y se fue del departamento. Daniela llenó la copa se la tomó al seco y se tiró en el sillón mirando el techo y pensando en todo lo que se le venía encima si decidía aceptar su amor.

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Ese viernes en la mañana no lo voy a olvidar nunca. Daniela me llamó temprano necesitaba conversar conmigo. Yo me desperté con una resaca de aquellas  pero le dije que nos juntáramos a tomar desayuno en un café que quedaba a mitad de camino entre su departamento y el mío.

Daniela estaba nerviosa, asustada, era como si hubiera estado haciendo algo malo, una maldad de niña. Se demoró cerca de una hora entre frases sin sentido y trastabilleos. Me dolía la cabeza y mientras más hablaba menos le entendía. Le pedí que se calmara, que ordenara sus ideas y que me dijera qué estaba pasando. Suspiró profundo, cerró los ojos y comenzó a hablar.

-          Te amo. Ya le dije a Josefina. todavía a nadie más pero si nos damos la oportunidad de estar juntas poco a poco voy a ir contándole a la gente que me importa.

No lo podía creer. Se me incendió el estómago, el pecho, se me nubló la vista. Me llegué a marear. No me salían las palabras.

-          Agustina quiero ir con calma, empezar de cero, conocernos mejor y de a poco ir avanzando. ¿Tú quieres que lo intentemos?

-          Dani obvio que quiero. Yo te  amo con toda la fuerza de mi alma y si quieres partir de cero así va a ser. ¿Eso significa que no te puedo dar un beso?

Daniela sonrió.

-          Aquí no. Me muero tres veces.

-          No Dani. Cuando estemos solitas.

-          No sé. Veamos qué pasa.


Pagamos la cuenta y nos fuimos caminando hacia mi departamento. Intenté tomarle la mano pero no me dejó. Me da miedo me dijo. Dame tiempo, esto es raro para mí. Le sonreí y le acaricié rápido el pelo. Más que caminar sentía que flotaba hacia mi departamento. Ahora éramos “Agustina y Daniela”. No lo podía creer.