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viernes, 17 de enero de 2020

Capítulo VII (Tercera Parte)

Algunos días en la semana, durante la mañana iban los evangélicos a conversar con las internas, por lo general cuando eso ocurría Agustina y Fabiola se escondían en la habitación. Sin embargo, ese día ambas se quedaron en el patio escuchando las prédicas, un poco en broma, un poco en serio. Al rato Fabiola se aburrió y se fue, Agustina decidió quedarse ahí. Era como si aquellas palabras acerca de Dios la regresaran a los domingos de niña en misa junto a su familia y por un momento se sintió reconfortada, confiada y con esperanza.

- Hola, me llamo Dara, se presentó una joven de no más de 18 años, con una larga cabellera negra amarrada en una trenza que colgaba sobre su hombro derecho, sus ojos gris pardo resaltaban sobre su tez morena, usaba una blusa blanca un tanto anticuada abotonada hasta el cuello y una falda larga de color salmón.

Agustina la observó de pies a cabeza durante unos segundos antes de contestar.

- Yo soy Agustina.

- ¿Por qué delito caíste? Le preguntó Dara.

- Tráfico, respondió avergonzada Agustina.

- Bueno, me imagino que esta es tu primera vez así que vas a salir rápido, le contestó una positiva Dara.

Agustina le sonrió esperanzada al tiempo que una gendarme la llamaba para salir al abogado.

- Nos vemos la próxima semana Agustina. Alzó la voz Dara mientras la veía alejarse.

Agustina miró hacia atrás y le sonrió. Dara la observó desaparecer al fondo de un largo corredor.


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Entre los amigos y conocidos de Agustina y Daniela ya había corrido el rumor de que estaba en la cárcel junto a Félix por narcotráfico. El bar llevaba varios días cerrado y la gente había comenzado a hablar y especular. Así llegó a oídos de Josefina quien al enterarse cayó sentada sobre un sillón junto al ventanal del living de su departamento. Inmediatamente llamó a Andrea para preguntarle si era verdad.

Al responder el teléfono lo primero que dijo Andrea fue “sí, es verdad y no preguntes más”. A Josefina apenas le salía la voz y aunque le pidió a Andrea que le diera más detalles no consiguió sacarle más información. Durante meses le deseó lo peor a su ex, pero esto era mucho más de lo que podía imaginar. Intentó alegrarse, disfrutar el momento; sin embargo, un sentimiento de culpa comenzó a inundarla. Debía saber más, descubrir ¿qué fue lo que pasó? Y ¿cómo Félix y Agustina terminaron en la cárcel?

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 Como cuando trabajaba en el bar Agustina siempre estaba borracha o drogada, - en realidad la mayoría de las veces ambas -, a duras penas pudo reconocer la cara de la abogada que la esperaba sentada en una mesa al final de una amplia y ruidosa sala rectangular con murallas de concreto sin ventanas, demoró unos minutos en llegar a ella. La saludó avergonzada mientras sentía como un hielo intenso iba subiendo desde los dedos de sus pies hasta su cabeza, sentía pánico de escuchar lo que la abogada le tenía que decir.

- A ver Agustina, no te voy a mentir, tu situación es complicada. Mira en el papel arriesgas como mínimo 5 años y un día de cárcel efectiva.

Agustina quedó petrificada.

- Pero no te preocupes, porque la cosa no es tan así, mira ya hablé con Vicente y Daniela y me contaron más o menos como fue la historia. Y creo que lo mejor es que aceptes responsabilidad en lo que pasó.

- Pero yo no fui… La interrumpió Agustina.

- A ver ¿vendías droga en el bar? ¿Le llevaste alguna vez papelinas de coca a los clientes?

- Sí, respondió Agustina. De manera casi inaudible.

- Entonces no me mientas ni trates de engañarte a ti misma, tu sabías lo que pasaba en ese bar y participaste por lo que en vez de seguir retrasando las cosas voy a negociar un abreviado y como no tienes antecedentes y vas a declarar contando todo lo que pasó, te voy a dejar a tres años en libertad vigilada intensiva.

- ¿Qué significa eso? Preguntó Agustina.

- Significa que te vas a ir a la calle pero que vas a tener que cumplir ciertos requisitos como ir a un Centro de Reinserción Social en el que de seguro te van a poner en terapia por tu consumo problemático de drogas.

- ¿Y en cuánto tiempo me puedes sacar? Preguntó Agustina.

- Mira yo creo que en más o menos cuatro meses, puede ser menos pero necesito que me des tiempo. Ten paciencia.

- Me voy a morir cuatro meses acá, sollozó Agustina.

- Intentaré que sea menos, pero tienes que tener paciencia, haz cosas, no se métete a cursos, trabaja, intenta mantener la mente ocupada. Ahora fírmame esto y te voy a estar viniendo a ver para contarte como va todo y saber cómo estás.

La abogada se puso de pie, abrazó a Agustina y le pidió que tuviera fuerza, prometiéndole que no la iba a dejar sola. Le entregó además una carta que le envió Daniela.

- Espera, necesito hacerte una pregunta más. Replicó Agustina.

- Dime. Contestó la abogada.

- ¿Quién te está pagando? Acá adentro dicen que los privados son súper caros. Preguntó.

- De eso no te preocupes. Tienes buenos amigos y una mujer que te adora. Tú enfócate en sobrevivir acá adentro, del resto nos preocupamos nosotros. Además la Anto te conoce hace mucho tiempo y te tiene mucho cariño, te mandó un abrazo.

Agustina abrazó sobre su pecho la carta de Daniela. La culpa repletaba sus sentidos. Nunca iba a lograr entender como esa guapa, dulce y maravillosa mujer pudo fijarse en ella.

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