A las 21:30 como todas
las noches la madre de Daniela llamaba a los más pequeños a poner la mesa. Era el
momento de conversar el día y compartir en familia. Daniela bajó en silencio,
esperando el momento de poder conversar con sus padres, de poder contarles lo
que estaba pasando con Agustina, quizás a ellos se les ocurriría una idea para
ayudarla. Pero con sus hermanos ahí era difícil poder tocar el tema, así que
esperó a que terminaran de comer y la madre los enviara a acostarse mientras su
padre lavaba la losa.
-
Papá, mamá, necesito conversar con
ustedes. ¿Podemos tomarnos un trago? Les tengo que contar algo y necesito que
me ayuden.
El padre sacó una
botella de whisky y sirvió tres vasos. Presentía que lo que se venía era para
un trago fuerte. Los tres se sentaron en el living y Daniela tomó un largo
bocado de aire, exhaló con fuerza y les contó lo que estaba ocurriendo con
Agustina.
-
¿Y esa niñita no tiene familia? Preguntó
su padre, después de algunos segundos de un incómodo silencio.
-
No. Respondió Daniela. Vicente ya los
llamó y le respondieron que se pudra en la cárcel, que no pensaban ayudarla. Continuó.
-
¿Y tú qué quieres hacer Daniela?
¿Quedarte años esperándola? Intervino su madre. Es que por algo ni su familia
la apoya, debe ser bastante problemática esa niñita, continuó la madre.
-
Su familia no la apoya porque es
lesbiana. Replicó Daniela algo molesta. Y sí mamá, la quiero apoyar, ahora y
toda la vida, yo la conozco y sé que es una buena mujer, sólo está perdida. No tiene
apoyo, a nadie, solo a Vicente y a mí.
-
¿Y qué quieres que hagamos nosotros? Preguntó
su padre.
-
No se papá, que me ayuden, que me digan
que hacer o por lo menos que me digan que me apoyan, que puedo contarles las
cosas, que puedo confiar en ustedes.
-
No manipules Daniela, nosotros siempre
te hemos apoyado, pero perdóname, no era precisamente nuestra idea de vida para
ti que te emparejaras con una lesbiana narcotraficante. Aseveró molesto su
padre.
-
¿Y tú crees que esto estaba en mis
proyectos de vida? Le respondió llorando Daniela.
La madre en un ánimo
más conciliador le aconsejó a Daniela buscar un abogado para Agustina y muy a
pesar de lo que esperaba para su hija ir a verla, llevarle lo que necesitara y
apoyarla durante el proceso.
-
Por último, después ves si eres capaz de
seguir cargando con una pareja como ella le dijo. Al tiempo que el padre se
levantaba para servirse otro whisky con el ceño fruncido, notoriamente enojado.
-
En mi casa no vuelve a poner un pie. Le dijo,
levantando bastante la voz.
Tomó su vaso y se encerró
en su escritorio.
Daniela miró desconsolada
a su mamá quien con un gesto le pidió que se quedara tranquila, como asegurándole
que su padre se iba a calmar. Finalmente, a diferencia de Agustina la Dani
tenía una familia que la quería y apoyada a toda costa, pasara lo que pasara.
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Aún no amanecía pero el
frío despertó a Agustina, le costó unos minutos entender dónde estaba, miraba a
su alrededor intentando enfocar la vista, en la cama de abajo aún dormía Fabiola.
Frente a ella en los otros dos camarotes se escuchaban algunos ronquidos, agus
prefirió no moverse y esperar a que poco a poco sus nuevas compañeras de cuarto
comenzaran a despertar. La espera se le hizo larga, tenía hambre y ganas de ir
al baño, pero no se atrevía a mover un solo músculo, poco a poco la fueron inundando
la angustia y unas ganas incontrolables de llorar.
Fabiola despertó con
sus gemidos ahogados, se levantó acarició su cabeza y la invitó a desayunar.
-
Primero vamos a ducharnos para agarrar
agua caliente, le dijo.
Ambas se levantaron
fueron al baño, se ducharon y partieron a los comedores a buscar un café y pan.
Esa mañana ambas chicas se contaron prácticamente toda la vida. Ante la historia de Fabiola,
Agustina se sintió mal agradecida, débil y en resumen una pésima persona.
-
Tranquila rucia, a cada una le toca lo que puede soportar. Intentó reconfortarla
Fabiola.
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Tres
días después
Agustina estaba en el
patio de su módulo conversando con algunas compañeras mientras compartían un cigarrillo
cuando escucha su nombre a través de los altoparlantes. Miró desconcertada y
algo asustada a las chicas. Ellas rieron y le explicaron que lo más probable
fuera que la estaban llamando para la visita. La agus caminó hacia la gendarme
que la llevó a una sala grande con rejas cubriendo las ventanas y varias mesas
con sus respectivas sillas.
Miró alrededor hasta ver a Daniela quien se puso de
pie para saludarla tímidamente con un gesto de mano.
-
¿Qué haces acá? Le dijo.
-
Vine a verte Agustina. Respondió
Daniela.
-
Ándate Daniela, no te quiero volver a
ver acá. Este no es lugar para ti y claramente yo no soy la mujer para ti. Dijo
Agustina con seriedad.
Daniela tomó un respiro
antes de comenzar hablar. Inhaló profundamente y replicó.
-
Mira Agustina, no estas ni en el momento
ni en la posición de ponerte idiota y te guste o no voy a seguir acompañándote
y apoyándote porque te amo. Porque no me voy a dar por vencida contigo. Así que
déjate de pendejadas y hablemos de lo importante.
Agustina intentó
continuar hablando pero Daniela no se lo permitió.
-
Mira agus. Estuve hablando con Vicente y
se nos ocurrió llamar a la Anto ¿te acuerdas de ella? Era clienta del bar, creo
que trabajó un tiempo ahí, su pareja es abogada y te puede ayudar. Ya hablé con
ella y me dijo que mañana en la tarde te iba a venir a ver. Finalizó Daniela.
-
¿Con qué plata Dani? Estas locas. Replicó
Agustina.
-
Eso ya está arreglado. Así que tú no te
preocupes. Y si de verdad no me quieres ver más: ok. Ningún problema, pero
créeme que voy a seguir viniendo, a seguir trayéndote la encomienda* y a seguir
preocupada de sacarte de aquí.
Ambas tenían los ojos
llenos de lágrimas, se abrazaron y besaron mientras con la voz entrecortada
Agustina le pedía disculpas y le rogaba que no la dejara sola. Daniela tomó su
cara con ambas manos, le dio un beso suave y le dijo: “te amo como no imaginé
que era capaz de amar y nunca te voy a dejar sola”.
·
La encomienda es un paquete de productos
tanto comestibles como útiles de aseo que se le pueden entrar a los internos de
una cárcel siendo estos autorizados por gendarmería.
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