Traducir

lunes, 2 de diciembre de 2019

Capítulo VI (Tercera Parte)


A las 21:30 como todas las noches la madre de Daniela llamaba a los más pequeños a poner la mesa. Era el momento de conversar el día y compartir en familia. Daniela bajó en silencio, esperando el momento de poder conversar con sus padres, de poder contarles lo que estaba pasando con Agustina, quizás a ellos se les ocurriría una idea para ayudarla. Pero con sus hermanos ahí era difícil poder tocar el tema, así que esperó a que terminaran de comer y la madre los enviara a acostarse mientras su padre lavaba la losa.

-          Papá, mamá, necesito conversar con ustedes. ¿Podemos tomarnos un trago? Les tengo que contar algo y necesito que me ayuden.

El padre sacó una botella de whisky y sirvió tres vasos. Presentía que lo que se venía era para un trago fuerte. Los tres se sentaron en el living y Daniela tomó un largo bocado de aire, exhaló con fuerza y les contó lo que estaba ocurriendo con Agustina.

-          ¿Y esa niñita no tiene familia? Preguntó su padre, después de algunos segundos de un incómodo silencio.

-          No. Respondió Daniela. Vicente ya los llamó y le respondieron que se pudra en la cárcel, que no pensaban ayudarla. Continuó.

-          ¿Y tú qué quieres hacer Daniela? ¿Quedarte años esperándola? Intervino su madre. Es que por algo ni su familia la apoya, debe ser bastante problemática esa niñita, continuó la madre.

-          Su familia no la apoya porque es lesbiana. Replicó Daniela algo molesta. Y sí mamá, la quiero apoyar, ahora y toda la vida, yo la conozco y sé que es una buena mujer, sólo está perdida. No tiene apoyo, a nadie, solo a Vicente y a mí.

-          ¿Y qué quieres que hagamos nosotros? Preguntó su padre.

-          No se papá, que me ayuden, que me digan que hacer o por lo menos que me digan que me apoyan, que puedo contarles las cosas, que puedo confiar en ustedes.

-          No manipules Daniela, nosotros siempre te hemos apoyado, pero perdóname, no era precisamente nuestra idea de vida para ti que te emparejaras con una lesbiana narcotraficante. Aseveró molesto su padre.

-          ¿Y tú crees que esto estaba en mis proyectos de vida? Le respondió llorando Daniela.

La madre en un ánimo más conciliador le aconsejó a Daniela buscar un abogado para Agustina y muy a pesar de lo que esperaba para su hija ir a verla, llevarle lo que necesitara y apoyarla durante el proceso.

-          Por último, después ves si eres capaz de seguir cargando con una pareja como ella le dijo. Al tiempo que el padre se levantaba para servirse otro whisky con el ceño fruncido, notoriamente enojado.

-          En mi casa no vuelve a poner un pie. Le dijo, levantando bastante la voz.

Tomó su vaso y se encerró en su escritorio.

Daniela miró desconsolada a su mamá quien con un gesto le pidió que se quedara tranquila, como asegurándole que su padre se iba a calmar. Finalmente, a diferencia de Agustina la Dani tenía una familia que la quería y apoyada a toda costa, pasara lo que pasara.

-------------------------- 

Aún no amanecía pero el frío despertó a Agustina, le costó unos minutos entender dónde estaba, miraba a su alrededor intentando enfocar la vista, en la cama de abajo aún dormía Fabiola. Frente a ella en los otros dos camarotes se escuchaban algunos ronquidos, agus prefirió no moverse y esperar a que poco a poco sus nuevas compañeras de cuarto comenzaran a despertar. La espera se le hizo larga, tenía hambre y ganas de ir al baño, pero no se atrevía a mover un solo músculo, poco a poco la fueron inundando la angustia y unas ganas incontrolables de llorar.

Fabiola despertó con sus gemidos ahogados, se levantó acarició su cabeza y la invitó a desayunar.

-          Primero vamos a ducharnos para agarrar agua caliente, le dijo.

Ambas se levantaron fueron al baño, se ducharon y partieron a los comedores a buscar un café y pan. Esa mañana ambas chicas se contaron prácticamente toda  la vida. Ante la historia de Fabiola, Agustina se sintió mal agradecida, débil y en resumen una pésima persona.

-          Tranquila rucia, a cada una le toca lo que puede soportar. Intentó reconfortarla Fabiola.

 -------------------------

Tres días después

Agustina estaba en el patio de su módulo conversando con algunas compañeras mientras compartían un cigarrillo cuando escucha su nombre a través de los altoparlantes. Miró desconcertada y algo asustada a las chicas. Ellas rieron y le explicaron que lo más probable fuera que la estaban llamando para la visita. La agus caminó hacia la gendarme que la llevó a una sala grande con rejas cubriendo las ventanas y varias mesas con sus respectivas sillas.

 Miró alrededor hasta ver a Daniela quien se puso de pie para saludarla tímidamente con un gesto de mano.

-          ¿Qué haces acá? Le dijo.

-          Vine a verte Agustina. Respondió Daniela.

-          Ándate Daniela, no te quiero volver a ver acá. Este no es lugar para ti y claramente yo no soy la mujer para ti. Dijo Agustina con seriedad.

Daniela tomó un respiro antes de comenzar hablar. Inhaló profundamente y replicó.

-          Mira Agustina, no estas ni en el momento ni en la posición de ponerte idiota y te guste o no voy a seguir acompañándote y apoyándote porque te amo. Porque no me voy a dar por vencida contigo. Así que déjate de pendejadas y hablemos de lo importante.

Agustina intentó continuar hablando pero Daniela no se lo permitió.

-          Mira agus. Estuve hablando con Vicente y se nos ocurrió llamar a la Anto ¿te acuerdas de ella? Era clienta del bar, creo que trabajó un tiempo ahí, su pareja es abogada y te puede ayudar. Ya hablé con ella y me dijo que mañana en la tarde te iba a venir a ver. Finalizó Daniela.

-          ¿Con qué plata Dani? Estas locas. Replicó Agustina.

-          Eso ya está arreglado. Así que tú no te preocupes. Y si de verdad no me quieres ver más: ok. Ningún problema, pero créeme que voy a seguir viniendo, a seguir trayéndote la encomienda* y a seguir preocupada de sacarte de aquí.

Ambas tenían los ojos llenos de lágrimas, se abrazaron y besaron mientras con la voz entrecortada Agustina le pedía disculpas y le rogaba que no la dejara sola. Daniela tomó su cara con ambas manos, le dio un beso suave y le dijo: “te amo como no imaginé que era capaz de amar y nunca te voy a dejar sola”.


·         La encomienda es un paquete de productos tanto comestibles como útiles de aseo que se le pueden entrar a los internos de una cárcel siendo estos autorizados por gendarmería.



No hay comentarios:

Publicar un comentario