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jueves, 31 de marzo de 2016

Capítulo XIII

Sus ojos aún brillantes por las lágrimas, en mis manos su olor. Mientras la tenía ahí, acorralada entre mi cuerpo y el muro abrí su pantalón, metí mis manos en su interior y la masturbé. Rápido, un poco brusco entre el apuro y la adrenalina. Luego, llevamos en ejecución el plan de escape.

El baño del bar daba en línea recta hacia la barra, a la derecha un muro y a la izquierda la mesa en la que estaban Josefina y sus amigas.

La estrategia: salir lo más rápido posible, vista al frente directo a la barra, entrar por el costado y luego ir hacia la cocina, todo por supuesto rezando para que la Jose no nos viera. Algunos minutos después Daniela regresaría donde sus amigas.

Exitosa pero con culpa regresó a la mesa, Andrea que vio y se dio cuenta de todo lo que ocurría me siguió a la cocina.

- Te pasaste, me dijo, superaste mis expectativas. No lo puedo creer. Me dijo entre risas.

- Andrea, córtala, le respondí.

- Suma una tercera y todas felices. Continuó.

- No, le dije. Aguantando las ganas de continuar con el juego en el que había quedado con Daniela. Pero promesas eran promesas y no cedí ante Andrea. Que insisto era una mujer irresistible.

- Mira, te enamoraste parece. Pero ¿se puede saber de cuál de las dos?

- Andrea, por favor no me molestes. Estoy vuelta loca por la Daniela y ya voy a solucionar todo esto.

Se fue, sin hacer más preguntas, total y absolutamente divertida con la situación que estaba viviendo.

El paso siguiendo fue recomponerme y salir a dar la cara tal cual lo hizo Daniela. Una línea de cocaína primero, medio vaso de ron al seco y lista para seguir con la fachada de la polola perfecta.

Salí de la cocina y sonaba True Love de Pink, una de mis cantantes favoritas y el tema, bueno daba justo en el clavo pero para mí historia con Daniela, el amor y odio que ella sentía por mí eran innegables. Pero creo que yo no tenía toda la culpa. Ella pudo alejarse desde un principio.

A penas me acerqué a la mesa Josefina se paró de un brinco.

- Dónde estabas? Te extrañé, me dijo.

- Entre la cocina y la barra sacando pedidos, le respondí.

Me abrazó y besó. Luego al oído me dijo que quería que terminara luego mi turno para llegar al departamento. Finalmente, sí tendría el cierre a lo que hice en el baño con Daniela. Aunque no estaba enamorada de la Jose, era innegable nuestra atracción. Sexo para mí, hacer el amor para ella.

Mire de reojo a Daniela que hablaba con una de sus amigas evitando levantar la vista hacia nosotras. Minutos después dijo que se sentía mal, que se le habían pasado las copas, pidió un taxi y se fue.


“No puedo más con esto” fue el mensaje que recibí al rato en mi celular. Decidí no responderle. Darle su espacio. Ya habíamos conversado en el baño. La decisión ahora estaba en sus manos. Seguíamos con esto o todo llegaba a su fin. 


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