Llevábamos tan poco
tiempo juntas y ya le había sido infiel dos veces... Lo peor es que no me
sentía culpable. Me gustaba Josefina, lo pasábamos increíble juntas y durante un año estuve obsesionada con ella.
Pero no me di cuenta en que minuto pasó de ser una nueva medalla, que hay que
reconocer me costó mucho obtener, a mi polola. O sea, las primeras semanas me
encantaba que se quedara varios días conmigo, pero no sé, algo cambió, llegó un
momento en que me empecé a sentir asfixiada, era demasiado el mamonerío, mucho
amor, noches haciendo cucharita, idas a trabajar al bar y luego derechito para
la casa porque la mujer me estaba esperando, no era yo.
Pero lo peor vino
cuando apareció la Dani, aunque al principio me caía mal necesité una tarde
conversando con ella para que me enamorara hasta las patas y después hacer el
amor, uffff, un sueño. Pero tenía que sacarla de mi cabeza, ya era suficiente,
más encima la Jose me contó que se fue a Valpo a buscar a su pololo, casi se me
cae el mundo encima. Tuve que poner cara de póker para que no notara mis ganas
de llorar. La misma cara que puse cuando llegó al otro día de mi noche de sexo
con Andrea.
- Al final que
hiciste anoche? Me preguntó.
- Nada, me tomé unos
tragos y me vine a dormir, le respondí sin que se me moviera un sólo músculo.
Se me estaba haciendo costumbre eso de mentirle.
En fin, la noticia de
la Dani volviendo con el famoso Tomás me dejó loca. No lo podía creer y tenía
pegada a la Jose, tres días en mi departamento.
Llegó un momento en
que no aguanté más y le mande un mensaje de esos de picada.
- Se feliz con tu
pololo. Felicitaciones. Buena decisión.
No me respondió como
en 3 horas. Luego sólo recibí un maldito "gracias". La odié tanto.
Quería vengarme. Agarré a la Jose y me la tiré como nunca, con rabia, pasión,
odio, amor, de todo, una y otra vez todo el fin de semana encerradas, desnudas
la mayor parte del tiempo. Hasta que el domingo en la tarde se le ocurrió la
maravillosa idea de invitar a la Dani y las amigas al departamento. Le dije que
sí. Me gustó la idea. Nunca fui tan tierna y atenta con nadie como esa tarde con
la Jose mientras la Dani estaba presente.
Pero sirvió para
darme cuenta de que me amaba aunque no
quisiera reconocerlo. Su mirada cuando nos besábamos, cuando la atendía, cuando
me veía acariciarla. Estoy segura que estaba pasándolo mal. Se le notaba en los
ojos el dolor. Pero era mi venganza por su rechazo. Quería hacerla sufrir.
El tema de
conversación de esa junta era precisamente el regreso de la parejita. Todas
querían saber cómo fue el reencuentro con Tomás. Al principio la Dani evadía el
tema. Luego soltó la verdad. No volvimos, dijo mirando hacia el suelo. Fui. Nos
acostamos y me di cuenta de que ya no pasaba nada. De que ya no sentía nada por
él. Les juro que tuve que hacer esfuerzos por mantenerme seria, la sonrisa se
me escapaba sola. Tomás 0 - Agustina 1. Todavía tengo opciones pensaba mientras
inventaba una cara de tristeza y preocupación.
- Pero estás bien. Le
pregunté con hipocresía. Me miró con cara de odio y me dijo que sí.
El resto de la tarde
me dediqué a molestarla. Cada vez que me daba cuenta que nadie nos veía pasaba
por atrás de ella y le hacía cariño en la cabeza o al cruzarnos las miradas le
guiñaba un ojo o le tiraba un beso. Tenía tanta rabia por el rechazo que la
verdad como que me desquicié un poco. Y bueno, un traguito sumado a un par de
rayas escondida en el baño me provocaba más ganas de molestarla y hacerla
rabiar. Lo único importante es que nadie más notara mi juego.
Las juntas se fueron
haciendo cada vez más seguidas. Los domingos se volvieron tradición, asado y
cervezas en el departamento y en la semana miércoles o jueves sagrado en el
bar. Claro que las niñas hasta temprano porque al otro día estudiaban. Yo por
lo general cerraba la noche en algún after hour.
Bueno, era domingo
cerca de las 9 de la noche cuando de repente se acabaron las cervezas y la Jose
con otra amiga decidieron ir a comprar un pack más. Yo estaba a cargo de la
parrilla por lo que no podía ir y dejaron a la Dani acompañándome. Los primeros
minutos fueron sólo silencio. Yo en la terraza, ella de pie cerca del ventanal.
No pude más. Después de varias semanas de guerra cruzada, molestándola y
poniéndola nerviosa decidí dar el último paso y definitivo.
La acorralé contra un
muro, la miré fijo y le dije:
- Júrame que no te
mueres por darme un beso?
- Que ego tienes, me
respondió.
- Júramelo. Le repetí
sin dejarla responder, me acerqué y le di un beso de esos inolvidables con una
de mis manos en su cara y la otra apoyada en la pared. Rozando mi cuerpo con el
suyo, una y otra vez. Su respiración cada vez más agitada, al principio estaba
un poco rígida nerviosa, luego cruzó sus brazos en mi espalda. Me cuesta
describir las emociones y sensaciones que se agolpaban en mi estómago, corazón
y garganta, decir que tenía mariposas es poco, parecían elefantes bailando de
nerviosismo y felicidad en mi interior. Por momentos mis piernas parecían
doblarse y por el ritmo de su respiración noté que ella sentía lo mismo.
Suspiros, corazones palpitando a mil. Mordía mis labios, tocaba mi pelo, sus
manos se aferraban a mi espalda. Comencé a recorrer su cuerpo, era tan suave y
tenía un olor que nunca podré olvidar.
De un golpe se rompió
la magia cuando sentimos la puerta de entrada, el regreso de Josefina nos
separó de un salto. Yo en la parrilla, ella sentada en un sillón en la terraza.
Las dos con un nudo en la garganta. Definitivamente ya no había vuelta atrás.
Había llegado el momento de contar la verdad.
Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!! Cssmmmm!!! *O*
ResponderEliminarQué miedo... Se viene temible...
EliminarEsto está muy bueno!!!!! :0 !!!!!!
ResponderEliminarGracias!!! Y quedan 3 capítulos para que se termine la temporada...
Eliminar